En estos últimos años, en la medida en que la crisis económica preocupa más a gobiernos, medios de comunicación y ciudadanía, las políticas ambientales van quedando relegadas a un segundo término, pero los problemas ambientales siguen creciendo, y es precisamente el cambio climático el mayor reto ambiental al que se enfrenta la humanidad.
La envergadura del problema, su carácter planetario, la cantidad de sufrimiento que ya está generando (sequias, inundaciones, migraciones climáticas, enfermedades, etc.), nos obligan a actuar rápidamente, sumando esfuerzos y voluntades para frenar el calentamiento global y, también, para ir adaptándonos a sus consecuencias.
El calentamiento global ocasionado por el incremento de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera, está causado básicamente por las emisiones de CO2 que se producen por la utilización de carbón, petróleo y gas natural para la obtención de energía, que mantiene un modelo de desarrollo que consume sin control los recursos del planeta.
Para contenerlo, además de aportaciones desde el ámbito de la política o la tecnología, una parte importante de las soluciones han de venir por el cambio de nuestros hábitos de consumo, adoptando comportamientos más ahorradores en la utilización de la energía y materiales.
Para este cambio de estilo de vida, la educación ambiental es una herramienta fundamental, sensibilizando a la población sobre la situación del planeta y potenciando comportamientos más sostenibles.
Para caminar hacia este cambio de estilo de vida, es preciso profundizar en la “ambientalización” de los programas y actividades que se realicen desde las asociaciones, los centros de esplai, las casas de colonias o los centros educativos, incorporando la perspectiva de lucha contra en cambio climático:
Formando en los chicos y chicas comportamientos ahorradores, más sostenibles y solidarios.
Reduciendo de forma efectiva las emisiones de GEI en los centros en los que trabajamos para que exista una coherencia entre el discurso educativo y la acción institucional.
Podemos concluir que si han sido millones de comportamientos humanos los que nos han puesto en esta situación, millones de pequeños cambios podrán detener el crecimiento de las emisiones de GEI, y paliar, así, las negativas consecuencias del calentamiento global.
Josechu Ferreras
Publicado en el nº 309 (2012) del Diario de la Fundación Esplai