Cuando la Ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera se reunió con #EA26 el pasado mes de junio en el Decálogo presentado por #EA26 se manifestó la necesidad poner en marcha un “Currículum de emergencia climática” en los centros educativos.
Desde entonces estoy preguntándome qué significa realmente esto, y cómo se puede transformar en algo más que un eslogan o una frase afortunada, en esta línea escribo esta entrada que no pretende más que contribuir al debate sobre como los centros educativos pueden contribuir a la suma de esfuerzos, que como sociedad y como personas, tenemos que realizar para cumplir con los objetivos de la Cumbre de París antes de 2030 y así, afrontar con éxito el reto planetario de frenar el cambio climático.
Partiendo de una visión amplia del currículum, que considere todos los elementos que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje (programación, contenidos, metodología, recursos, horarios, espacios, instalaciones, relaciones con el entorno, etc.) se plantean una serie de aspectos que se podrían tener en cuenta para ir construyendo un “Currículum de emergencia climática” , que necesariamente debe estar vinculado a un “Plan de Centro” que tuviera como eje la sostenibilidad ambiental y el cambio climático.
Los centros educativos podrán ir incorporando (según sus características, situación, posibilidades y la voluntad del Claustro del Profesorado y del Consejo Escolar) de forma progresiva metodologías, contenidos o programas relacionados con las líneas de intervención que se proponen. Muchos centros ya están aplicando propuestas en este sentido. En el desarrollo de cada punto, a modo de ejemplo, se incluyen enlaces a experiencias que ya están funcionando y que muestran que es posible ponerlas en marcha.
Un “Currículum de emergencia climática” significa ir incorporando al Plan de Centro y a su ideario la problemática ambiental derivada del cambio climático, como un eje prioritario de su labor educativa y social, desarrollando medidas ambientales y educativas que ayuden a frenarlo y al que tenemos que adaptarnos.
1.- Incorporar los valores y principios de la Educación Ambiental en la práctica docente.
Una escuela en transición ecológica ha de tener como referencia unos valores que animen a la sociedad a caminar hacia un modelo de relación con el entorno no consumista, solidario con las personas, respetuoso con el medio ambiente y donde el dialogo, la equidad, la acción pro-ambiental y el apoyo mutuo sean sus señas de identidad. Una visión del futuro que ponga la vida, y no el dinero, en el centro de la organización social, política y económica.
Unos valores que fomenten la solidaridad y la cooperación que compartan el reto planetario que suponen los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los principios expresados en el Libro Blanco de la Educación Ambiental en España.
- Objetivos de Desarrollo Sostenible,
- Declaración Universal de los Derechos Humanos,
- Libro Blanco de la Educación Ambiental en España
2.- Utilizar en las aulas metodologías investigativas.
Un currículum de este estilo debe desarrollar metodologías investigativas propias de la Educación Ambiental, como el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), el Aprendizaje Servicio (ApS), la clase invertida, etc. que fomenten la participación democrática del alumnado, el pensamiento crítico y rompa la lógica parcelada de las asignaturas y los contenidos cerrados de los libros de texto. En definitiva, una metodología que permita al alumnado trabajar y aportar soluciones a problemas socio-ambientales, una metodología que incluya la realización de auditorías ambientales realizadas por el profesorado y el alumnado, que plantee fórmulas de mejora ambiental, no solo del propio centro, sino también del entorno que le rodea.
3.- Incorporar la sostenibilidad ambiental y la crisis climática de forma transversal en todas las materias y proyectos.
Los contenidos debieran estar vinculados a la experiencia cotidiana del alumnado, incorporando de forma transversal la sostenibilidad ambiental en todas las materias y proyectos, planteando temas de estudio relacionados con el cambio climático y las respuestas que se puedan dar para frenarlo desde su casa, centro, municipio, región o incluso el planeta dependiendo de los niveles educativos a los que nos refiramos.
Unos contenidos o propuestas de estudio que no solo busquen la adquisición de conocimientos conceptuales, sino que potencien el desarrollo del pensamiento crítico en el alumnado y que faciliten el desarrollo de las competencias clave, quizás incluyendo una más, una nueva que se podría llamar “Competencia climática o para la sostenibilidad”. Esta haría referencia a la capacidad de aplicar los conocimientos en materia de medio ambiente y cambio climático en la toma de decisiones cotidianas de forma que empodere al alumnado como agentes de cambio ecosocial en su centro y en el entorno.
- Muchos centros del Programa Aldea de la Junta de Andalucía ya lo están incorporando.
4.- Potenciar la vinculación del centro y la comunidad educativa con el entorno.
El desarrollo de un “Currículum de emergencia climática” debe ampliar su acción educativa y ambiental al entorno en el que está situado. De esta forma, la problemática ambiental de su barrio o municipio también podrá ser objeto de estudio, facilitando la participación de la comunidad educativa en la propuesta y desarrollo de medidas de sostenibilidad para su entorno más inmediato.
Las salidas al medio natural, a los Centros de Educación Ambiental y la educación “al aire libre” deben formar parte de la programación en todos los niveles educativos.
Además, tiene que colaborar especialmente en el medio rural con las asociaciones o autoridades del municipio, para crear un entorno amable y saludable, que amplíe la experiencia formativa escolar, que de la posibilidad de realizar actividades pro-ambientales en el entorno participando en reforestaciones, campañas de sensibilización, voluntariado ambiental o bien de carácter solidario con colectivos en riesgo de exclusión social.
- Por ejemplo, el programa de participación juvenil en políticas municipales Parlamento Joven desarrollado en 40 municipios de la provincia de Sevilla.
- Educación Ambiental en torno a los ríos para las escuelas rurales de Cantabria.
5.- Poner en marcha comedores ecológicos y saludables.
El comedor escolar ha de ser también un espacio educativo que este en coherencia con la filosofía ecológica del centro, utilizando materia prima de cultivo ecológico, de temporada y de cercanía, planteando dietas más saludables mediante la reducción de la ingesta de proteína animal, azúcares y grasas.
Convertir el comedor escolar en un comedor ecológico y saludable, significa educar a toda la comunidad educativa en un modelo alimentario agroecológico que permita trabajar con el alumnado, las familias, el profesorado y los equipos de cocina hábitos de alimentación mediante la elaboración de menús equilibrados y más saludables que, además, permitan disminuir el enorme impacto ambiental del sistema agroalimentario industrial, que es uno de los principales agentes de la crisis climática.
- Ya se está haciendo por la Fundación Fuhem
6.- Convertir los patios escolares en “islas verdes”.
Naturalizar los patios escolares, reduciendo considerablemente los espacios cementados dedicados a la práctica deportiva (utilizados principalmente por los chicos) creando zonas verdes que actúen como sumideros de carbono y favorezcan la regulación climática. Hablamos de zonas arboladas, huertos escolares, jardines de aromáticas, jardines verticales, arriates, etc., que no sólo constituyen espacios de convivencia y desarrollo para los chicos y chicas, sino que también son estupendos recursos para la práctica docente, pudiendo dar lugar a zonas de estudio, lectura, aventura e, incluso, emplearse como aula al aire libre.
- Patios inclusivos: ¡educando en todos los espacios de la escuela!
- Ideas brillantes para transformar el patio de tu escuela
7.- Buscar fórmulas de movilidad sostenible para el alumnado y el profesorado.
Colaborando con las AMPAs y los Ayuntamientos en la creación de entornos escolares seguros y saludables, que incluyan caminos escolares que permitan el ir caminando o en bicicleta al centro educativo de forma confortable y segura. Esto favorecerá no sólo el desarrollo autónomo de los chicos y chicas, sino que además permita reducir las emisiones debidas al tráfico de vehículos en las horas de entrada y salida de los centros educativos, esto complementado con medidas como la organización de “pedibus” o favoreciendo la utilización del coche compartido por las familias y por el profesorado. .
8.- Caminar a ser un centro educativo de cero emisiones.
Un centro que desarrolla un “Currículum de Emergencia Climática” debe caminar a convertirse en un centro de cero emisiones, que además, incluya medidas de bioclimatización y de adaptación, de forma que haya una coherencia entre el discurso pedagógico y sus instalaciones, y que además pueda servir de ejemplo para la comunidad en que este inserto, mediante el diseño y desarrollo de un plan para la mejora de la eficiencia energética, la instalación de sistemas de climatización pasiva o/y la producción de energía con placas fotovoltaicas, diseñar un sistema de compra sostenible y la utilización responsable de los objetos plásticos de un solo uso, las “toallitas”, el material escolar, en los productos de limpieza, etc.
- En 2004 Greenpeace puso en marcha la Red de Escuelas Solares
9.- Implantar auditorías ambientales que evalúen los logros y planteen mejoras.
En un “Currículum de emergencia climática” la evaluación debe incluir criterios de sostenibilidad realizando un análisis y reflexión sobre las actuaciones realizadas y los logros alcanzados en temas como la disminución de emisiones, el ahorro de agua y energía, la utilización de materiales, la calidad ambiental del entorno o la evolución de los comportamientos pro-ambientales de los chicos, las chicas y el profesorado.
- Ya lo hacen muchos centros de la red ESenRED (Escuelas hacia la Sostenibilidad en Red)
10.- Declarar el centro educativo en emergencia climática.
Esto significa centrar el currículo escolar en torno a la crisis ecosocial y el cambio climático y desarrollarlo teniendo siempre en cuenta los principios de interdependencia y de ecodependencia que rigen nuestra existencia, también significa unirse a un proyecto de corresponsabilidad planetaria guiado por valores de solidaridad y respeto al medio ambiente y a las personas, que permite alertar a la comunidad educativa de la gravedad del problema y facilitar la comprensión y colaboración con las medidas y proyectos que se vayan a desarrollar.
Además, puede animar y servir de ejemplo a otros centros y entidades del entorno a seguir el mismo camino y facilitará el apoyo a las iniciativas que surjan de la comunidad educativa dirigidas a frenar el cambio climático y adaptarnos a sus consecuencias.
La puesta en marcha de las medidas que se proponen necesariamente lleva consigo cambios legislativos, cambios en las infraestructuras e instalaciones, formación del profesorado, implicación de los claustros, del Consejo escolar, apoyo municipal, etc.
Aunque se puede ir poniendo en marcha a distintos niveles (aula, centro, municipio, etc.) sería necesario un acuerdo de todas las fuerzas políticas para impulsarlo.
Han realizado aportaciones que han mejorado el documento inicial miembros del equipo de Argos. Proyectos educativos y de #EA26 a título personal.
Si conoces o desarrollas iniciativas o proyectos en esta línea las puedes compartir como comentario. Gracias.
Magnífico artículo, Josechu. Absolutamente útil y necesario en este momento crucial. Lo compartiré y recomendaré en todas las ocasiones que se me presenten. Un abrazo
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